Visitar Marruecos

 
Seductora como ninguna, su nombre originó el del país en el pasado. Los orígenes de la ciudad son oscuros, pero se acepta comúnmente que empezó siendo un campamento militar establecido por Abu Bekr, jefe almorávide, en 1070. Su sucesor, Yusef Ben Tachfin es quien comienza la tarea de convertir el oasis primitivo en una capital digna de su imperio, que se extendía desde el Atlántico hasta Argelia y desde el Sahara hasta el Ebro. La conquista almohade hizo casi desaparecer las primeras construcciones, que fueron reemplazadas por otras, muchas de las cuales podemos admirar aún hoy: la majestuosa Koutoubia, torre gemela de la Giralda de Sevilla. Sin olvidar su fabulosa Plaza « Jemaa El-Fna » declarada «Patrimonio Cultural Universal» por la UNESCO.

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Es una ciudad deslumbrante La enumeración de los lugares y monumentos de Marrakech sería interminable y la descripción de sus maravillas agotadora, así que hemos seleccionado lo imprescindible.

LAS MURALLAS
Construidas en adobe, su color varía según las horas y la luz del día, del ocre dorado al rojo intenso; contrastando con un cielo siempre azul y el verde de los árboles y las plantas. Destacan las puertas de Bab Doukkala (de origen almorávide), Bab el Khemis, Bab El Jadid, Bab el Debbagh, Bab er Robb y Bab Agnau, una de las más bellas entradas a la alcazaba.
  
LAS MEZQUITAS
Marrakech cuenta con más de 300 mezquitas de las cuales se destacan la de la de la Koutoubia y la de Ben Youssef.

“La Mezquita de La Koutoubia” (o de los libreros)
Debe su nombre al zoco de los libreros que instalaban sus puestos junto a sus puertas. Aunque por este nombre es más conocido su minarete, particularmente impactante para los españoles por su semejanza con nuestra Giralda, para la que sirvió de modelo y, de la misma manera que esta torre es el emblema de Sevilla, la Koutoubia representa a Marrakech en el mundo entero.

LA PLAZA DE JEMAA EL FNA,
Declarada «Patrimonio Oral de la Humanidad» por la Unesco
Cantada en todos los idiomas constituye un exponente vivo de lo que fueron las plazas en el Medioevo, lugar de encuentro para todo el mundo. Por la mañana, vendedores de zumo de naranjas natural, de frutas, cestos de mimbre, recuerdos, dulces, bisutería, dentistas, curanderos, escritores por encargo. A veces también desde la mañana y hasta la noche: los Gnaoua, tocadores de crótalos, acróbatas, encantadores de serpientes o de escorpiones, bailarines, contadores de cuentos. Este universo se vuelve particularmente fascinante con la caída de la tarde, cuando la plaza se ilumina con mil y una luces y se deambula de espectáculo en espectáculo.

LOS ZOCOS
Destaca el zoco Semmarin, cerca de la plaza Jemaa el Fna y como por ella, hay que deambular, disfrutando del colorido, de la diversidad de aromas, para admirar, entre otros muchos objetos, las telas; disfrute regateando No tema perderse, siempre habrá alguien que le lleve de vuelta a la plaza de Jemaa el Fna.

LAS TUMBAS DE LOS SAADÍES
Consta de dos mausoleos, el más suntuoso de los cuales cobija -en una sala con una cúpula de madera de cedro dorado sostenida por doce columnas de mármol de Carrara- los restos de Mulay Ahmed el Mansour (s XVI). La leyenda dice que el mármol se obtenía intercambiándolo por su peso en azúcar.
EL PALACIO BADI
Conocido también como “el incomparable”, fue construido por Ahmed el Mansour en mármol, celias, onix, estucos labrados y madera esculpida. Hoy sólo queda la estructura, que es donde se celebra el Festival Folklórico de Marrakech.

EL JARDÍN MAJORELLE
De vegetación exuberante fue creado por el pintor de este nombre y restaurado en los años 60 por el modisto Yves St Laurent. En la actualidad, el estudio del pintor es un museo de arte marroquí.